



Si hablamos en términos filosóficos, el surrealismo se basa en la creencia de una realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo, y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos, y a sustituirlos por la resolución de los principales problemas de la vida.
Una característica importante es que este movimiento buscaba descubrir una verdad, con escrituras automáticas, sin correcciones racionales, utilizando imágenes para expresar sus emociones, pero que nunca seguían un razonamiento lógico, demostrando todo en sus manifiestos.
Además, propone atmósferas irreales e irracionales, plantean obras de una gran fantasía y capacidad imaginativa, en ambientes oníricos e irreales. Se da la ausencia de cualquier control ejercido por la razón, y el libre ejercicio del pensamiento.
En la literatura generó una revolución en el lenguaje y la creación de nuevas técnicas de composición, como la poesía que también forma parte de las obras, nuevas actividades, como la llamada cadáver exquisito, en la cual varios artistas dibujaban las distintas partes de una figura o de un texto sin ver lo que el anterior había hecho pasándose el papel doblado.
Se distinguieron dos modos de hacer arte surrealista. Por un lado, una defendía el automatismo, donde se encontraban los surrealistas abstractos como Joan Miró y André Masson, quienes creaban universos figurativos propios. En el automatismo las ideas y las asociaciones de imágenes, surgen de manera rápida, espontánea, fluida, sin hacer caso para nada de la coherencia y el sentido.
Y por el otro, otra que creía que la figuración naturalista podía ser un recurso igual de válido. Donde los surrealistas figurativos como Salvador Dalí, René Magritte, Paul Delvaux, Estéfano Viu o Yves Tanguy, se interesaban por los sueños y el realismo mágico.
Si bien estaban estas dos distinciones en el hacer surrealista, Max Ernst y Pablo Alonso Herraiz trabajaron en los dos modos de manera simultánea.
Básicamente, se cree en la existencia de otra realidad y en el pensamiento libre. Se plasmó un mundo absurdo, ilógico, donde la razón no puede dominar al subconsciente. Tomó del Dadaísmo la importancia del azar y la rebeldía, pero rechazó su carácter negativo y destructivo. Posteriormente se buscó inspiración en el inconsciente, la imaginación, el método de la escritura automática y el estudio de las teorías del psicoanálisis de Freud.
En 1924 Breton escribió El surrealismo y la pintura, donde explica sobre el inconciente, la realidad, los deseos y los sueños, y como el Surrealismo propone trasladar esas imágenes al mundo del arte, por medio de una asociación mental libre que no presta atención a la razón o la conciencia. Eligiendo como método el automatismo, que luego, llego a convertirse en una forma de arte surrealista.
Los autores dejan salir a la superficie artística el subconsciente, ya que el arte no se limita a expresar al realidad, por ello buscan explorar los misterio de la mente.
Claramente, hay rasgos relevantes que caracterizan a este movimiento dentro de obras de arte, como también técnicas y métodos surrealistas.
En las imágenes de la pintura surrealista podemos encontrar:
v Formas abstractas o figurativas simbólicas que intentan plasmar las imágenes de la realidad más profunda del ser humano, el subconsciente y el mundo de los sueños.
v Animación de lo inanimado.
v Aislamiento de fragmentos anatómicos.
v Elementos incongruentes.
v Metamorfosis.
v Máquinas fantásticas
v Relaciones entre desnudos y maquinarias.
v Evocación del caos.
v Representación de autómatas, de espasmos y de perspectivas vacías.
v Realidades oníricas.
v Perspectivas vacías.
v Universos figurativos propios
Y si nos referimos a técnicas, encontraremos algunas como:
v La fotografía, la cinematografía y la fabricación de objetos (tomadas del Dadaísmo).
v El Collage y el ensamblaje de objetos incongruentes (también heredadas del Dadaísmo, de personajes como Marcel Duchamp).
v El Forttage (dibujos logrados por el roce de superficies rugosas contra el papel o el lienzo).
v Técnica del “Cadáver Exquisito” o la pintura automática (varios artistas dibujaban las distintas partes de una figura o de un texto sin ver el trabajo del anterior, logrando imágenes interesantes e ilógicas).
v Automatismo (cualquier forma de expresión en la que la mente no ejerza ningún tipo de control).
v Inspiración en el pensamiento oculto y prohibido, en el erotismo descubren realidades oníricas, y el sexo será tratado de forma impúdica.
v Se interesaron además por el arte de los pueblos primitivos, el arte de los niños y de los dementes.
v Preferencia por los títulos largos, equívocos, misteriosos (como por ejemplo, la obra de Dalí, Persistencia de la Memoria).
Entre los máximos exponentes del surrealismo se encuentran conocidos autores como Salvador Dalí, Joan Miró, René Magritte, Man Ray, Ives Tanguy y Max Ernst.
Salvador Dalí es el autor que tal vez, hace un mayor uso de la simbología onírica, así como sexual. Teniendo en cuenta que lo onírico es lo perteneciente o relativo a los sueños y puede referirse al contenido de ellos. René Magritte es el gran jugador visual e intelectual, con sus acertados títulos e imágenes contradictorias.
Joan Miró también hace un gran uso de la simbología, crea representaciones sumamente personales, transformando la realidad.
Man Ray destaca por su singular estética y sus conocidas rayografías basadas en fotogramas.
Por último, Max Ernst destaca por la originalidad en la creación de diversas técnicas pictóricas relacionadas con la escritura automática, como el frottage y el grattage.
Si analizamos el contexto histórico, podemos empezar por el siglo XIX, en el que los progresos técnicos, la evolución y desarrollo de la economía y el avance de las ciencias, forjaron una sociedad occidental que parecía firme e inmutable: la fe en el progreso de la ciencia como elemento imprescindible un desarrollo humano que parecía ilimitado e incuestionable. Pero en el período 1.914 - 1.918, se desató la 1° Guerra Mundial, la cual sembró el horror y la muerte por todo el continente europeo.
Tras la guerra, nació un mundo distinto. Por un lado, la URSS, Italia, Alemania y, en menor medida, otros países, vieron nacer y desarrollarse filosofías que dieron lugar al establecimiento de regímenes autoritarios; por otro, el sistema capitalista, basado en la iniciativa privada y la inhibición del Estado en la economía, entró en profunda crisis con sus secuelas de paro y miseria, y por último, el sistema democrático sufrió un cierto desprestigio al ser incapaz de garantizar seguridad y bienestar. Todos estos profundos cambios no fueron ajenos al mundo del arte. A partir de entonces, el artista, en buena medida racionalista, academicista y confiado, dejó su lugar a otro con inquietudes distintas, más escéptico y receloso ante un porvenir incierto e inquietante. El nuevo artista reniega de la misión que hasta ese momento realizaban sus colegas: la de plasmar la realidad. Lo que le interesa, por el contrario, es trasladar a sus lienzos o a la piedra sus inquietudes, su visión del mundo, sus sueños. En definitiva, el artista dejó de ser un fiel transmisor de lo que veía para convertirse en un creador. Aunque surgieron movimientos de índole diversa, todos tenían un denominador común: la convicción de que el arte debía encontrar nuevos derroteros, liberarse de normas y formalismos pasados y de ser el resultado de las vivencias e inquietudes de cada autor.